Cómo el esquí me cambió (salvó) la vida y me preparó para el retiro 

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Javier Mota

No recuerdo bien el motivo de ese viaje a Argentina, ni todos los detalles.

Me parece que fue en la época en que Verónica Wolman me hacía blind dates con sus amigas solteras de Buenos Aires y Walter Nistor, mi remisero de confianza, me iba a buscar a Ezeiza ya con un ramo de flores y una caja de chocolates en su auto para no perder tiempo.

Fue en julio o agosto de 2002, eso sí lo recuerdo bien porque fue poco después de mi divorcio de Ava – con quien todavía comparto la casa de Miami (esa es otra historia) -, y porque la pánico financiero del “Corralito” todavía era el tema de conversación en toda la Argentina.

Según recuerdo, Ignacio “Nacho” Tena, quien había sido intern en El Nuevo Herald años antes, ya era ejecutivo de Deloitte encargado de varias cuentas en Latinoamérica y  estaba en un viaje de trabajo por la zona, así que aprovechamos para ir juntos.

Para los que llegábamos desde Estados Unidos o de España como el caso de Nacho, Argentina era un paraíso financiero. Podíamos ir 10 a cenar el mejor restaurante de Puerto Madero, comernos el menú entero y tomarnos toda la lista de vinos, y pagar no más de $80 dólares … en total.

Nacho Tena frente a las puertas del Banco de Boston en Buenos Aires leyendo los mensajes de repudio contra El Corralito.

Gracias a Gabriela Abihagle, con quien yo trabajaba en esa época en Univison.com, conocimos a su hermano Lucas, quien nos invitó a visitar Mendoza y la zona del vino primero, y luego el centro de esquí de Las Leñas. .

Yo no había esquiado nunca. Y si Nacho lo había hecho, seguramente había sido mucho tiempo antes y por muy poco tiempo.

Llegamos a Las Leñas, alquilamos desde los calcetines hasta el casco, los esquíes y el resto de la ropa, y contratamos por una hora a un instructor, que por casualidad se llamaba también Javier, quien nos hizo bajar dos veces por la pista Venus, que es para principiantes.

Cuando se acabó la hora de instrucción con el profesor Javier, avanzamos a la pista Neptuno de nivel intermedio y luego, por nuestra ignorancia más que otra cosa, nos subimos a la telesilla de la pista Marte, que según el sito web de Las Leñas es “considerada de nivel experto, ideal para esquiadores y snowboarders avanzados por su dificultad y requiere habilidad técnica debido a su pendiente pronunciada y terreno accidentado”.

Nuestra “habilidad técnica” alcanzó para bajar arrastrándonos con los equis al hombro, mientras los niños de no más de 10 años de edad nos pasaban al lado a gran velocidad, pero tampoco tan rápido como para no escuchar que se iban riendo de nosotros.

Nos quedamos una semana en Las Leñas y aunque yo no alcancé el “nivel experto” – entonces o aún ahora-, aprendi lo suficiente para engancharme con el ski. 

De regreso en Miami yo no hacía otra cosa que hablar de Las Leñas, más que de Mendoza, Buenos Aires o los blind dates organizadas por Verónica.

Una tarde, mientras limpiaba el jardín trasero, le conté a mi vecino, quien de inmediato recordó que su padre había sido piloto de la Eastern Airlines y que alguna vez lo había llevado a Chile a esquiar a Portillo, uno de los centros de esquí más antiguos del lado Este de Los Andes, que está casi a la misma latitud de Las Leñas.

De inmediato busqué la página web de Portillo y reservé para el siguiente agosto.

Mientras tanto, y gracias a mi trabajo como periodista de la industria automotriz que me ha permitido viajar por todo el mundo durante los últimos 25 años, aproveché cada ocasión para esquiar en Suiza, Francia, Canadá, Japón y en Estados Unidos.

Cuando llegó agosto de 2003, volé de Miami a Santiago y en el aeropuerto tomé el shuttle de Portillo con su conductor estrella, Pedro Leal.

El vehículo tenia capacidad para 12 pasajeros, de los cuáles solo dos eran pareja. Los otros días viajamos “solo” con lo que fue muy fácil romper el hielo y conservar durante las 2 horas y 45 minutos del recorrido.

Ya en Portillo, me inscribí en una clase de una semana – no una hora como con Javier en Las Leñas – y tuve la suerte que en el grupo de estudiantes estaba Claudia García, quien entonces estaba casada con el Dr. Pablo Aparicio, el medico residente del centro de esquí esa semana. 

Después de la primera clase, Claudia me invitó a cenar a su mesa con el resto de su familia – Rosario, Santiago y Sebastián – y a partir de ahí empezó a crecer un círculo de amigos que se sigue ampliando con cada nueva visita a Chile.

Desde 2003 he hecho por lo menos una visita a Chile y algunos años, dos, tres y hasta cuatro. 

En el segundo viaje conocí a Leah Clark, otra extraordinaria esquiadora de San Diego, con quien he compartido casi todo los viajes de esquí a Chile y ha tenido la amabilidad de invitarme a la casa de sus padres, Dick y Ginny a Truckee, California, muy cerca de Lake Tahoe y el centro de esquí del centro de esquí de Squaw Valley Alpine Meadows, que en septiembre de 2021 cambió de nombre a Palisades Tahoe, debido a que el término «squaw» se considera ofensivo y despectivo, especialmente hacia las mujeres indígenas estadounidenses. 

Gracias a Leah conocí a su hermana Allison, a su esposo Paul, a su hija, al novio de su hija ….. con lo que el círculo de amigos sigue creciendo.

De Portillo al Colorado y a más amigos en Chile

Durante los dos o tres primeros años, mis viajes a Chile, siempre en la última semana de agosto cuando se celebra Wine Week, consistían en el vuelo Miami-Santiago, el shuttle Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez a Portillo y viceversa.

En 2004 o 2005, Pablo me invitó a su casa de Santiago y a su apartamento en el Centro de Esquí de El Colorado – a escasos 45 minutos de la ciudad – y ahí conocí a Roberto Cea y su familia; Patty, Cristobal, Javiera, Josefa y Violeta, más tarde a Camila, la esposa de Cristobal y a Nicolás, el todavía flamante esposo de Javiera; luego a Mary, la nueva pareja de Roberto, quien a su vez me presentó a su amigo de toda la vida, Roberto “Tato” Conrads, y él a sus hijos Klaus y Jan. 

De vuelta en Miami, durante una visita de Roberto Cea, el circulo chileno creció durante una cena en mi casa con la artista Isabel Brinck, quien ahora está en planes de regresar a Chile.

Durante 20 años fui religiosamente Portillo para Wine Week y luego una semana más a El Colorado.

También he ido a Chile para celebrar Año Nuevo en Wine Box, el hotel construido con containers en Valparaíso por el enólogo neozelandés Grant Phelps y diseñado por la arquitecta, Camila Ulloa, a quienes conocí también en Portillo, donde en esta época tomábamos más vino que telesillas para ir a esquiar.

 En 2019 vine a Chile en julio con mi colega Eric Adams para ver el eclipse total de sol en el Observatorio del Cerro El Tololo, cerca de La Serena y luego me quedé para agregar a mi lista Malalcahuello y el centro de esquí de Corralco, a donde  fuimos con Robertos, Leah y Jeff Lussenden, en la Volkswagen Amarok de Cristobal.

En 2020 la racha de viajes consecutivos a Chile fue interrumpida por la Pandemia, pero se reanudó en 2021 otra vez con visitas a Portillo, El Colorado, donde conocí Ximena Herrero y su esposo Servando Arriagada vecinos de los Cea en el edificio Yareta  – que construyó Roberto -y otra vez a Malalcahuello.

En 2023, nuestro querido amigo Pablo falleció en un accidente en el Mammoth Mountain Ski Area, cuando estaba de tour de ski con el también chileno Edward Baeza «Chicho» por la costa Oeste de Estados Unidos, y a su esposa Christy Calder Baeza, quienes viven en Santa Bárbara, California.

Cada vez que salimos a esquiar en Chile o en Estados Unidos, recordamos a Pablo y honramos su memoria con bromas sobre su peculiar sentido del humor – su lema era «sean razonables, háganlo como yo digo» -, y su excelente estilo sobre la nieve.

En 2024, el Dr. Luis Valenzuela, al igual que Pablo fue médico residente de Portillo durante otra de las Wine Weeks y a quien conocí a través de su hija Verónica y su esposo Sergio Covarrubias, me atendió en la Clínica Meds de Santiago y me hizo terminar la racha que mantuve corriendo durante 3 años y 21 días, luego de mis semanas de esquí en Portillo y El Colorado.

La Not So Tiny House por la Arquitecta Moira Johnson

Not So Tiny House
Roberto «Tato» Conrads, Moira Johnson y Javier Mota.

En octubre de 2024 volví a Chile para la boda de Javi y Nico, pero antes viajé otra vez a Malalcahuello, esta vez solo, para visitar a “Tato” y a su pareja Marcela Roberts, quien generosamente aceptó mi oferta para construir una “tiny house”, inspirado por Alvaro Espinoza, otro enólogo que conocí  en el Wine Week de Portillo, quien estaba terminando la suya al lado de la de “Tato”.

Gracias a su recomendación conocí a la arquitecta Moira Johnson, quien ha diseñado para nosotros la que será la mejor “tiny house” de Malalcahuello, aunque por el tamaño, me sugirió cambiarle el nombre a “Not so tiny … house”.

Esta semana, mientras esquiaba con los dos Robertos, coincidimos con un grupo de amigos locales, entre ellos Nicole Coquelet y Paulo Oppliger.

En el après-ski me presentaron a Jimmy Ackerson, el hotelero «gringo» y gerente del Centro de Esquí Corralco, quien y se enamoró y casó con Alejandra (amiga de los Robertos desde que eran niños) y ha vivido y trabajado en Chile durante más de 40 años.

Más tarde, cuando Moira vino a hacer una inspección del terreno para la Not So Tiny House,, “Tato” le preguntó si conocía a Andrés Johnson, uno de los esquiadores del grupo con quien hablamos compartido por la mañana y con una amplia sonrisa, Moira respondió: “Claro … es mi papá”. Sigue creciendo el grupo de amigos.

amigos corralco
Andrés Johnson, Roberto Cea, Paulo Oppliger, Roberto Conrads, Tito Osssandon. Foto: Nicole Coquelet.

La Not So Tiny House, que es mi proyecto ahora que estoy planeando mi retiro, estará terminada en el invierno austral de 2026, y en algún momento los viajes a Chile no serán 3 o 4 al año, sino de 3, 4 o más meses al año … o quizá sin boleto de regreso a Miami. 

Al final del viaje, el destino no es tan importante como los pasajeros que he ido conociendo durante todos estos años.

Algún día volveré a Las Leñas con Nacho y Lucas para bajar Marte esquiando, quizá no a “nivel experto”, pero por lo menos no arrastrando el culo y los esquíes.

También quiero construir otra Tiny House en Oles, Asturias en el terreno de la familia de Rafael Cores  otro ex intern de la Universidad de Navarra en El Nuevo Herald como Nacho -, su madre Maravillas y su pareja César. Ojalá arranquemos pronto ese otro proyecto.

Mientras tanto, gracias, en orden de aparición, a todos los mencionados y a los que se me pasaron. Están todos invitados a la inuguración:

Verónica Wolman

Walter Nistor

Ava

Ignacio “Nacho” Tena

Gabriela Abihagle

Lucas Abihagle (hermano de Gabriela)

Javier (instructor de esquí en Las Leñas)

Pedro Leal (conductor del shuttle en Portillo)

Claudia García

Dr. Pablo Aparicio

Rosario

Santiago

Sebastián

Leah Clark

Dick (padre de Leah)

Ginny (madre de Leah)

Allison (hermana de Leah)

Paul (esposo de Allison)

(hija de Allison) (nombre no mencionado)

(novio de la hija de Allison) (nombre no mencionado)

Roberto Cea

Patty

Cristobal

Javiera

Josefa

Violeta

Camila (esposa de Cristobal)

Nicolás (esposo de Javiera)

Mary (pareja de Roberto Cea)

Roberto “Tato” Conrads

Klaus (hijo de Tato)

Jan (hijo de Tato)

Isabel Brinck

Grant Phelps

Camila Ulloa

Eric Adams

Ximena Herrero

Servando Arraigada

Jeff Lussenden

Edward Baeza

Christy Calder Baeza

Dr. Luis Valenzuela

Verónica (hija de Luis)

Sergio Covarrubias (esposo de Verónica)

Marcela Roberts (pareja de “Tato”)

Álvaro Espinoza

Nicole Coquelet

Paulo Oppliger

Moira Johnson

Andrés Johnson (padre de Moira)

Javi (probablemente Javiera, aunque puede ser otro personaje — contexto: boda)

Nico (esposo de Javi)

Rafael Cores

Maravillas (madre de Rafael)

César (pareja de Maravillas)

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